En el bar del Hotel Palace (libre)

Mi suite siempre estaba vacía, mi padre de viajes de negocios y... no, no tenía a nadie más. Suspiré y me di una buena ducha, intentando despejar las ideas. Cuando sali me puse una camisa y unos chinos. Sali de la Suite y bajé al bar del hotel. Los camareros sabían que era menor de edad, pero ser hijo del dueño tenía sus privilegios, entre ellos el consumo de alcohol totalmente gratuito.
Me senté en la barra y le pedi al trajeado camarero que me sirviese un Martini muy cargado. En menos de dos minutos ya tenía la copa reposando en la barra frente a mí. La tomé y bebí un trago, después observé el lugar.

Entré en el bar y eché un vistazo recorriendo en lugar en busca de Chuck. No sé por qué no miré en primer lugar hacia la barra, lo hubiese encontrado seguro.
Me acerqué hasta donde estaba él y me senté en un taburete que había al lado en el que estaba sentado él.

-Chuck, necesito que me hagas un favor -dije seria- Es importante

Noté la presencia de Serena desde que entró en el bar. No solo era su larga melena rubia la que inevitablemente llamaba la atenció allá donde fuese, sino ese aura tan peculiar que soltaba a su alrededor. Si no le conociese de toda la vida diría que se trataba de un ángel.
Observé como se acercaba hacia mí y suspiré, preparándome para otra discusión más.
Sabía que tarde o temprano vendrías.
Sonrei de medio lado, pícaramente, fingiendo que creía que se refería a un favor sexual.

Apoyé los codos en la barra del bar y pedí algo de beber. Giré hacia un lado la cabeza y miré a Chuck.

-Es importante, Chuck.. así que no bromees -le miré seriamente- Necesito que me busques una información, ¿podrás?

Torci mi sonrisa pícara en una burlona, esa que sabía que molestaba tanto a Serena. Por la forma en la que me lo pedía parecía tratarse de algo serio ¡Qué digo! algo muy serio para que Serena decidiese recurrir a mí.
La cuestión no está en poder, sino en querer, Serena.
Dije con despreocupación y di un sorbo a mi copa de Martini.

-Chuck -le miré seria, mi paciencia se agotaba- No recurriría a ti si hubiese otra persona que pudiera conseguir esa información, pero tú eres el único que puede en estos momentos.

Necesitaba saberlo. Necesitaba corroborar lo que había pensado acerca de quién podía ser la persona que me había dejado aquella caja, con aquella nota.
Y esperaba equivocarme.

Solté un resoplido en forma de risa y asenti tranquilamente, mirando a Serena con la misma chulería que siempre.
¿De qué se trata?
Al fin y al cabo, quizás pudiese sacar algo beneficioso si le hacía el favor a Serena. Favor por favor.

Me fastidiaba tener que pedir algo a Chuck. Seguramente, luego me vendría con la historia de recibir algo a cambio por el trabajo realizado, y era lo que menos me apetecía.. tener que deberle algo a Chuck Bass.

-Necesito que averigues dónde está Georgina -dije seria, sin mostrar ninguna expresión en mi cara- Lo antes posible

El camarero me trajo la bebida. Bebí un sorbo despacio.

Cuando oi el nombre de esa zorra sentí un pinchazo en el estómago. No tenía ni idea de por qué Serena estaba tan desesperada por saber información sobre ella, pero solo esperaba que no tuviese que ver con su regreso. Estaba totalmente loca, lo último que deseaba era volver a cruzarme con ella.
Está bien, dame 24 horas, pero antes dime a qué viene tanta urgencia.

Le miré. ¿Decírselo o no decírselo?.

-Al llegar al hotel tenían un paquete guardándolo para mi. Dentro había un montón de botellas alcohólicas y una nota -hice una breve pausa- Tan sólo estaba firmada con una "G".

De todos modos, sabía que a Chuck no le gustaba nada Georgina.

Le escuché atentamente. Sin duda Georgina había vuelto, o al menos tenía intención de hacerlo. Quizás no se tomase tan bien como los demás el que Serena hubiese vuelto 'rehabilitada'.
Déjalo en mis manos.
Saqué el teléfono móvil y comencé a mensajear.

Vi que sacaba el teléfono móvil y comenzaba a manejarlo.

-Gracias, Chuck -me terminé mi bebida-

Terminé de mandar el sms a mi investigador privado y guardé el móvil en el bolsillo de mis chinos.
En cuanto lo sepa me pasaré por tu Suite, procura no irte muy lejos.
Terminé mi Martini y me puse en pie. Hice un breve movimiento con la cabeza a modo de despedida y me fui de alli, con las manos en los bolsillos y mirando a mi alrededor, con la esperanza de ver alguna chica digna de subir a mi Suite.

Vi como Chuck se marchaba de allí. Volví a mirar hacia el frente y pedí la cuenta. Pagué y salí también de aquel lugar, en dirección a mi suite.